martes, 18 de agosto de 2015

Medievolo en Barcelona 476 a 1492

 Los arabes en Barcelona

 

 

Almanzor

El caudillo árabe fue el causante de uno de los episodios más traumáticos de Barcelona: su destrucción, saqueo y cautividad de sus habitantes | Los jinetes del ejército árabe recubrieron sus brazos con láminas de acero | Los documentos constatan rescates para redimir a los barceloneses cautivos

Y entonces llegó Almanzor


Una leyenda señala que Almanzor, para humillar a los barceloneses, se llevó las campanas de la catedral. Lo que sí pasó es que se quemaron multitud de documentos: esto causó años de pleitos sobre propiedades.
Los que ya tenemos una edad, hemos estudiado la historia con la ayuda de rimas. Por ejemplo: "En Calatañazor, Almanzor perdió el tambor", para así recordar la derrota infligida por las huestes cristianas al caudillo musulmán. Pero a veces, la leyenda tiene sus problemas: así, no son pocos los medievalistas que ahora insisten en que tal enfrentamiento no existió y que no fue más que propaganda para desprestigiar a un militar invencible. Ahora bien, lo que es indudable es que Almanzor se plantó ante las murallas de Barcelona en el año 985 y que sometió a la ciudad a una de las peores destrucciones de su historia.
Joan Roca, director del Museu d'Historia de Barcelona, sostiene que la ciudad ha pasado por tres grandes traumas. Los bombardeos de la Guerra Civil y el sitio de 1714 son dos, y la destrucción de la urbe por parte de Almanzor, el primero. Curiosamente, sobre un episodio tan notable prácticamente no hay pruebas arqueológicas: en ningún sitio se han encontrado sustratos que certifiquen el asedio ni los incendios que entonces debieron tener lugar, pero sabemos que ocurrió por la documentación que hay de este episodio.
Almanzor, caudillo militar que atormentó a los reinos cristianos en el siglo X, nació en Algeciras en 939, sirvió al califato de Córdoba y en sus correrías cruzó la Península, hasta Santiago de Compostela. Curiosamente, aunque varias de sus razzias están profusamente documentadas, sobre su incursión a Barcelona las fuentes no son abundantes. Del lado cristiano, está la Crónica del monasterio de Sant Pere de les Puel·les, posterior a los acontecimientos, y presenta serias dudas. Tampoco hay profusión de relatos árabes. Pero en libros, artículos y tesis doctorales hay puntos comunes. Uno de ellos es que esperó para asaltar la ciudad a que los condes de Barcelona se hubieran desligado ­definitivamente de los reyes francos.
Almanzor salió de Córdoba el 5 de mayo de 985 y emprendió el camino hacia Barcelona por la costa mediterránea. También sabemos que el asalto fue precedido de una batalla en la que el conde Borrell II intentó evitar lo que se avecinaba. Hay grandes discrepancias sobre dónde y cuándo se produjo este enfrentamiento, pero lo que es seguro es que los cristianos fueron derrotados. Lo que no es cierto es que Borrell II perdiera la vida en la lid, pues está comprobado que vivió aún años.
Las fuentes árabes y cristianas coinciden en señalar que Almanzor se plantó ante los muros de Barcelona el 1 de julio de 985 e iniciaron un cerco imposible de resistir para los barceloneses. Una de las causas de la superioridad del ejército árabe es que los jinetes habían recubierto sus brazos con láminas de acero, que les permitía defenderse de los golpes de las espadas creadas por los francos. También hay narraciones acerca de episodios macabros, como que los sitiadores lanzaban las cabezas de los caballeros abatidos en la batalla anterior al interior del perímetro, para acobardar a los defensores. El día 6, Almanzor tomó la ciudad a sangre y fuego.
Como queda dicho, no hay restos arqueológicos de los incendios y saqueos que, a buen seguro tuvieron que ocurrir, pero tenemos noticias de la hecatombe por otra vía: una de las consecuencias de la conquista fue la toma de cautivos, cuyos rescates están documentados. Hay autores que apuntan a escenas dantescas, como una suerte de mercado celebrado en las inmediaciones de la urbe adonde acudieron los familiares para saber qué suerte correrían sus deudos, ya prisioneros. Hay constancia de rehenes en Córdoba y Huesca.
Los documentos de los rescates nos han legado los nombres de algunos de estos prisioneros. Por ejemplo, Emma, esposa de Guillem, que luchó en defensa de la ciudad. O Udalard, hijo del vizconde Guitard. O el juez Aurús, que ya estaba de vuelta en Barcelona en el 986, tras pagar su rescate, para lo cual gozó de una ayuda del monasterio de Sant Cugat que no fue desinteresada, pues le exigieron parte de su patrimonio.
Y, así es la condición humana, el regreso no fue fácil ni alegre para todos. El 8 de mayo del año 1000 se celebró un juicio en el palacio real. La causa es que una mujer llamada Madrona denunció que mientras permaneció recluida en Córdoba, su hermano Bonhome le había usurpado sus bienes y los de su difunto marido, Ennegó. Comprobada la veracidad de la acusación, este descendiente de Caín fue obligado a retornar las viñas y tierras de sus parientes, ubicadas en la zona de Magòria.
Las fuentes árabes sitúan a Almanzor de regreso en Córdoba el 23 de julio. O sea, que se entretuvo poco en su correría, cuya consecuencia fue la devastación de Barcelona. Murió el 9 de agosto de 1002 en Medinaceli, de enfermedad, y más que probablemente sin perder el tambor.

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